Miguel, un perro golden retriever, no paraba de rascarse.
Su dueño, Alejandro Quiceno, se dio cuenta de que sufría de prurito, una picazón causada por alergia o sensibilidad alimentaria.
“Por insistencia del criador de mi perro, que alimenta a sus perros con dieta BARF desde hace varios años, decidí cambiar su alimentación. Y la mejora fue dramática”, le dice este joven colombiano a BBC Mundo.
La dieta de Alimentos Crudos Biológicamente Apropiados (BARF, por sus siglas en inglés) es una tendencia de alimentación de mascotas a base de comida casera cuyos defensores aseguran que supone mayores beneficios para la salud de las mascotas por su composición natural.
Sin embargo, muchos otros alertan del riesgo de presencia de bacterias en esta comida cruda, por lo que recomiendan optar por el uso de comida procesada “croquetas”, como se la conoce en algunos países.
Lo cierto es que, desde la enfermedad de Miguel, Quiceno asegura que no volvió a comprar comida procesada para su mascota.
En la actualidad, mantiene un canal de YouTube con casi 7.000 suscriptores donde enseña todo lo relacionado con la dieta BARF.
En su video más popular aparece preparando un plato de carne y corazones de pollo, hígado de res, brócoli, pimentón, huevo, yogurt y jengibre en polvo para sus perros.
“El detonante de estas sensibilidades [en las mascotas] es el carbohidrato, gluten y agregados químicos que traen los alimentos comerciales”, le dice a BBC Mundo el director médico de BarfChile, Christian Vergara, sobre el caso del perro Miguel que no paraba de rascarse.
Vergara, conferencista internacional de la dieta BARF, afirma tajante que “lo ideal es que una mascota, sea perro o gato, no se alimente de croquetas porque su naturaleza no está preparada para ese tipo de alimentos, secos, estériles”.
Este experto piensa que la única ventaja del alimento procesado es “la comodidad” para el usuario. “Un alimento muy procesado daña la microbiota intestinal […] comprometiendo el sistema inmune y paredes del intestino, dando a lugar a enfermedades como diabetes u obesidad”.
Sobre los beneficios de la dieta BARF, Vergara identifica un aumento en la calidad del pelaje de la mascota, la estimulación del sistema inmune, la disminución de las heces fecales en un 80% o el mejoramiento de los dientes.
Y según el veterinario australiano Ian Billinghurst, autor del libro de 1993 “La dieta BARF: alimentación cruda para perros y gatos usando los principios evolutivos” en el que se usó el concepto de BARF por primera vez, sus beneficios son más universales.
“Una dieta de alimentos crudos biológicamente apropiada ha sido desarrollada para todas las criaturas, no es solo una forma particular de alimentar a un perro o un gato con una dieta cruda, como muchos piensan”, le dice a BBC Mundo.
Sin embargo, muchos otros expertos no defienden esta teoría.
Entrevistada por BBC Mundo, la doctora Hyunmin Kim, de la Sociedad Americana para la Prevención de la Crueldad hacia los Animales, opina por ejemplo que “las dietas de alimentos crudos pueden poner a las mascotas en un mayor riesgo de exposición a bacterias como la E. coli y la salmonella”.
Y en este punto coincide César Hernán Calad, especialista colombiano en medicina interna y dermatología felina y canina. En su opinión, aunque haya perros callejeros acostumbrados durante toda su vida a alimentarse de sobras o comida con presencia de bacterias, ello no puede aplicarse a una mascota “que ha venido comiendo el pienso y después es cambiada a una dieta BARF”.
“Si el alimento no tiene un buen almacenamiento y llegan las bacterias, la situación puede ser terrible”, agrega.
Calad señala que la ventaja del alimento procesado es que trae todos los compuestos adecuados para la nutrición de gatos y perros, además de que viene dividido por edades y protegido contra bacterias gracias a su almacenamiento.
Sobre la dieta BARF, Calad afirma que —pese a no recomendarla— tiene pacientes que la usan y no han tenido problemas. Pero matiza: “tienen la comida congelada o compran las porciones para el día, quizá por eso no les ha pasado nada”.
Pese a que la elección de alimentos crudos para animales es una tendencia al alza en los últimos años, sigue siendo claramente inferiora quienes optan por comida procesada.
Según David Lummis, analista de la industria de mascotas para la compañía de investigación de mercados Packaged Facts, la venta de comida casera en supermercados especializados de Estados Unidos durante 2017 fue de US$200 millones, un 45% más que cinco años atrás.
Sin embargo, las cifras están aún lejos de los US$33.000 millones que alcanzó la venta de comida procesada el año pasado.
“El mercado de alimentos crudos para mascotas no despegó como yo esperaba”, reconoce en conversación con BBC Mundo, después de que en 2012 vaticinara un mayor “crecimiento acelerado” de la comida casera.
Además, lo cierto es que entre una y otra elección de dieta también puede haber una opción intermedia: la de cocinar los alimentos.
Vergara, defensor del método BARF, reconoce que los alimentos se deben cocinar en caso de que la mascota sufra algunas patologías digestivas.
“En ese caso se recomienda sellar la carne, por ejemplo, porque las bacterias se encuentran en la superficie de la carne. Algunos vegetales como espárragos y calabazas se recomiendan cocidos por su conformación”.
Para decantarse por una u otra opción, por tanto, será determinante consultar con el veterinario, estar alerta de cuál es la reacción de la mascota y, en definitiva, escoger aquella con la que se muestre más saludable y feliz.